Hoy he recordado cómo se celebraba la fiesta de San Martín
en mi pueblo cuando era pequeña y he querido compartir con los lectores de “El
salto de los delfines” este recuerdo feliz de mi infancia.
Cada 11 de noviembre el camino hacia la ermita se llenaba de
gente alegre, con mochilas a la espalda o cestas colgadas del brazo, que
caminaban con la ilusión de participar en la fiesta. La ermita estaba situada a
unos dos kilómetros del pueblo, en mitad del campo, sólo se utilizaba para ocasiones
especiales. Ese día se hacía una misa en honor al santo y el cura siempre
contaba la misma historia. San Martín se hizo famoso porque un día de invierno
iba cabalgando envuelto en su amplio manto de guardia imperial, entonces
encontró en el camino a un pobre a medio vestir que tiritaba de frío. Martín no
llevaba nada más para regalarle, así que sacó la espada, dividió en dos partes
su manto y le dio la mitad al pobre. Esa noche vio en sueños que Jesucristo se
le presentaba vestido con el medio manto que le ofreció al pobre y oyó que le
decía: "Martín, hoy me cubriste con tu manto".
Sin embargo, existía un ritual gastronómico que me hacía
mucha ilusión. Mi abuela se encargaba de mantener la tradición de comprar las
llamadas “coques de San Martí”, una coca fina con frutos secos y azúcar por
encima que preparaban en las panaderías
con motivo de la festividad. Al final de la misa todo el mundo sacaba sus cocas
y el cura las bendecía. La gente decía que estaban más buenas y que daba buena
suerte. Era un día para estar en el campo y mucha gente se quedaba a comer por
los alrededores. Los niños recibían una bolsa de caramelos, buscaban un rincón
agradable para sentarse sobre la hierba y se comían un bocadillo o su coca de
San Martín.
Aunque había un momento especial, aquel instante en el que
todos cantaban al unísono el himno popular que explicaba las costumbres establecidas
para ese día. Mientras duraba la canción, cada uno se convertía en cómplice de
una alegría compartida y se sentía parte de un pueblo “chiquitín” de la comarca
de la Vall d’Albaida. La letra decía:
Quatretonda hoy celebra
la fiesta de San Martín
y de campo nos marchamos
todo el pueblo chiquitín. (BIS)
Siguiendo costumbre sana
y arraigada tradición
salimos esta mañana
con la más grande ilusión
hacia la ermita cercana
entonando entonando esta canción
que es grito de fe lozana
de amor que sale sale del corazón.
De vacaciones hoy gozamos
y felices nos sentimos
hoy por los montes saltamos
y con gusto nos reímos
auras frescas respiramos
aire puro de los pinos
sobre el césped nos sentamos
y un buen yantar ingerimos.
Felicidades si tu nombre es Martín!
Maria Sentandreu
i la Historia i vida de San Marti. clar
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