Ahora que ya se han terminado los
turrones y la costumbre de cantar villancicos junto al fuego, que ya han pasado
los días de comer en familia, que ya hemos cumplido el ritual de comernos doce
granos de uva al ritmo de las campanadas, que hemos pedido un deseo y que los
Reyes nos han dejado carbón o quizás un regalo inesperado... Ahora que ya hemos
empezado el 2014 con energía e ilusión, todavía nos queda pendiente la tarea de
elaborar una lista con los propósitos para el año nuevo.
Solo hay que coger una hoja en
blanco y un bolígrafo o encender el ordenador, pensar un poco y escribir las
metas, deseos o propósitos a tener en cuenta durante los próximos 365 días.
Tendrás que ser valiente, reconocer tus errores y marcarte objetivos concretos
que te ayuden a mejorar tu situación actual. Tendrás que ser realista, no vale
aquello de llenar una página con propuestas que de antemano sabes que no vas a
cumplir. También tendrás que ser sincero contigo mismo, pues, ¿realmente te
crees capaz de realizar todo lo que has proyectado? Cuando definas tu lista,
recuerda que para tener éxito los propósitos deben ser objetivos concretos,
realistas y adaptados a tus capacidades.
Asimismo, debes saber que hay
diferentes tipos de propósitos. En primer lugar, los relacionados con el
tiempo: los viejos, los de siempre, los nuevos. Es decir, aquellos que
arrastramos desde hace años y todavía no hemos cumplido, aquellos que tenemos
pendientes y quisiéramos conseguir, aquel capítulo del pasado que todavía no
hemos superado, etc. Después están los que repetimos todos los años y nunca
cumplimos como por ejemplo perder peso o hacer ejercicio físico. ¿No crees que
hoy es un buen día para empezar? Y los nuevos proyectos o nuevas inquietudes
como escribir una novela o asistir a un curso de cocina. En segundo lugar, los
relacionados con el objeto: materiales o inmateriales. Hay que diferenciar
entre los objetivos más materiales, como encontrar trabajo o ganar dinero, y
los inmateriales que nos ayudarán a cultivar el espíritu, por ejemplo ser más
amable con la gente y tener paciencia. Por último, hay propósitos típicos y
personales. Es frecuente incluir el propósito de ir al gimnasio, empezar la
dieta y perder unos quilos, dejar de fumar, estudiar idiomas o mejorar las
relaciones sociales con familiares y amigos. Pero también existen los
personales, esas metas o deseos por las cuales estamos dispuestos a luchar: un
viaje, una afición, un proyecto cultural.
No obstante, hay un propósito que
todo el mundo comparte: ser feliz. La pregunta es: ¿cómo conseguirlo? Quizás la
clave está en ser uno mismo respetando la libertad de los demás. Pero hay tres
cosas que ayudan a encontrar la felicidad y a disfrutar cada instante: pensar
en positivo, vivir el presente y afrontar los miedos. Nadie puede ser feliz
mientras su cabeza esté llena de pensamientos negativos que bloquean las buenas
sensaciones, nadie puede ser feliz si tiene el corazón lleno de angustias que
pinchan como si fueran agujas. Hay que pensar en positivo pero a la vez
centrarse en el presente, cerrar la puerta del pasado y vivir cada instante
como si la próxima bocanada de aire fuera lo más importante, sin preocuparse
tampoco por el futuro. Y tener el valor suficiente para afrontar todos los
miedos que atan a la sombra incómoda de la desesperanza. Porque el miedo limita
y no empuja hacia delante, por eso hay que afrontarlo, para evitar que se haga
grande con el tiempo y se convierta en un obstáculo para encontrar unos minutos
de calma y serenidad.
¿A qué esperas? Escribe tus
propósitos y márcate unos objetivos concretos con la intención de conseguir lo
que te habías propuesto. No te preocupes si el año pasado no lo conseguiste, el
2014 te ofrece una nueva oportunidad, puedes volverlo a intentar, quizás hoy
sea tu momento y algún sueño se haga realidad. ¡Ánimo!
¡Feliz año nuevo!
Maria Sentandreu