Hace unos días estuve en el instituto Manuel Sanchis
Guarner, en Castelló de Rugat, para dar una charla de superación personal a los
alumnos de mi amiga María Benavent, eran chavales que tienen entre trece y
dieciséis años. Fue una experiencia súper positiva porque creo que, cuando hago
ese tipo de cosas, la vida me devuelve lo que ofrezco multiplicado por mil
nuevas sensaciones positivas.
Todos los jóvenes participaron a su manera en el acto,
porque después de contarles mi historia siempre dejo un tiempo para preguntas o
comentarios y me gusta establecer un pequeño diálogo con ellos para resolver
sus dudas o curiosidades. Pero me quedo con una anécdota que ha marcado una
huella de luz en mi alma. Una joven, no recuerdo su nombre, se acercó a la mesa
y me dijo que tenía un regalo para mí. Se había enterado que me colecciono
llaveros reconocibles al tacto y me dio un llavero con una mariposa. Alargué la
mano para que me lo diera y entonces me dijo algo que me hizo vibrar de
emoción: “te regalo esta mariposa para que te dé muchas alas”. Y es que a veces
encontramos alas en el momento y en el lugar más inesperado. Tal vez esa alumna
acertó por casualidad, pero sus palabras me dieron fuerza, alegría e ilusión
durante unos minutos en los que sentí que podía incluso desplegar esas alas
invisibles y echar a volar.
Aunque luego aterricé y me pregunté qué son exactamente las alas. Según el diccionario de
¿Qué cosas nos dan alas? La sonrisa de otra persona, las
palabras cargadas de afecto, la ilusión, la esperanza, los sueños, los deseos,
el amor, la amistad, la familia, pequeños objetos que tienen un gran valor
sentimental, la música, la poesía... Para cada ser hay unos detonantes que
hacen clic en su mente y la rueda empieza a girar a gran velocidad para
tragarse el aire y sentir, durante una décima de segundo, que no hay nada
imposible.
¡Atrévete a volar con las alas de tu imaginación!
Maria Sentandreu