miércoles, 24 de octubre de 2012

SICILIA


Sicilia es el nombre de una isla, pero también es el nombre de una mujer que he conocido hace unos días.

Soy ciega y me he apuntado a un taller de escritura creativa, porque escribir es la gran ilusión de mi vida. El taxi me deja en la puerta de la facultad y luego busco el aula con ayuda de mi bastón. El primer día de clase localicé la puerta del aula, pero no conocía el espacio por dentro y dudé si dirigirme hacia la derecha o hacia la izquierda, pues no tenía ni idea de en qué lado estaría la pizarra. Entonces una voz anónima me preguntó si necesitaba ayuda. Me senté a su lado e iniciamos una breve conversación. ¿Cómo te llamas? María. ¿Y tú? Sicilia. Entonces nos cambiaron de aula y le pedí ayuda porque sólo conocía aquella parte de la facultad y ese pequeño cambio suponía para mí un problema de orientación. Me cogí de su brazo y nos trasladamos. Sicilia me salvó, porque cuando acabó la clase me volvió a dejar en el sitio que yo conocía.

Su voz es diferente, desde la primera vez que la escuché me transmitió confianza. No puedo ver la cara de la gente, pero me hago una primera impresión a través de la voz y del tipo de lenguaje que utiliza cada uno. Me sentí bien con Sicilia, porque hay voces que me atraen como imanes y voces que me producen rechazo. Sin embargo Sicilia me habla y el mundo, aunque sea por un instante, me parece un lugar más amable.


Maria Sentandreu

viernes, 19 de octubre de 2012

TOCAR UN DELFÍN


El pasado 11 de agosto viví una experiencia positiva que me dio fuerzas para iniciar este proyecto. Era una ilusión que bailaba en mi cabeza desde hacía tiempo, pero fue en aquel preciso instante cuando sentí que había llegado el momento de hacerlo.


Siempre me han gustado mucho los delfines, es uno de mis animales preferidos y el simple hecho de pensar en un delfín me provoca sensaciones agradables. Por eso David me comentó la posibilidad de ir un día al Oceanografic de Valencia a visitar el delfinario. Me gustó la propuesta y descubrí que allí hay una actividad en la que se permite hacerse una foto junto a un delfín.

Mi madre y yo asistimos a una actividad alrededor de los mamíferos acuáticos. Primero nos dieron una charla informativa sobre las características de los delfines y de los leones marinos. Luego nos acercamos a las piscinas y el guía nos explicó cómo viven y cómo los cuidan. Nos acercamos al borde de una piscina y un delfín emitió un sonido agudo que me hizo sonreír. Luego pasamos a la piscina de entrenamiento, allí había dos delfines esperando nuestra visita. El guía nos explicó los métodos de entrenamiento y los movimientos que se deben hacer para que el animal haga lo que se le pide. El hombre gesticuló una serie de movimientos y el delfín dio un salto hacia delante, hizo otra serie de movimientos y éste dio un salto hacia atrás.

Mientras escuchaba el sonido de aquel delfín chocando contra el agua, sentí la necesidad de acercarme a él. Después llegó el momento de hacerse la foto. El delfín estaba en el borde de la piscina, me acerqué poco a poco y le puse la mano sobre el lomo. Fue una sensación extraña y mágica para mí. La piel de los delfines es muy suave y agradable al tacto, algo aterciopelada. pero además me dejaron tocarle el morro y la aleta. De repente se me ocurrió el título, “El salto de los delfines”, y supe que la energía positiva que sentí al tocar el delfín era una señal.

Maria Sentandreu