TALLER PARA EMPRENDEDORES
Hoy quiero compartir con todos los lectores de “El salto de
los delfines” una experiencia muy positiva que he vivido durante las últimas
semanas.
Hace un mes me llamaron desde la Fundación ONCE por
si quería realizar un taller para emprendedores sobre la creación de un
negocio, pues en una entrevista que me hicieron no descarté la posibilidad de
montarme algo por mi cuenta. Solo había dos requisitos: estar en el paro y
tener alguna discapacidad. Al principio tuve dudas, pero al final decidí
apuntarme y romper con mi burbuja. Me hacía falta salir de la rutina y tener
nuevas experiencias, pensé que era una buena oportunidad. Estudié cómo
desplazarme hasta Valencia y mi hermana me ofreció la posibilidad de que me
quedara a dormir en su casa durante las tres semanas que duraba el curso. Me
hacía ilusión, aunque tenía miedo porque era algo nuevo y tenía que enfrentarme
a las dificultades que produce el hecho de estar ciega. Pero esta vez no dejé
que el miedo me bloqueara un deseo.
El primer día del curso me acompañó mi madre y estuvimos
practicando el trayecto para ir sola con el bastón desde el metro hasta el aula
y viceversa. Pero encontré a un duende solidario que se ofreció a acompañarme
todos los días, era un compañero de clase que se llama José Manuel con el que establecí
un pacto de espontaneidad y cada mañana se convertía en mi guía. Compartimos
risas, comentarios y reflexiones, pero José Manuel consiguió que recuperara la
fe en la solidaridad de la gente. Aunque en realidad no me puedo quejar, porque
todos los compañeros del taller eran buena gente y me hicieron sentir que yo
era una más, me integré en el grupo y me sentí muy a gusto entre ellos. Todos
me guiaron en algún momento, íbamos a desayunar a una cafetería y compartíamos
experiencias, dudas, ilusiones, contradicciones y esperanzas. Cada uno tenía su
historia, cada uno tenía sus propias limitaciones, pero todos teníamos algo en
común: la vida nos obliga a luchar contra las dificultades para seguir adelante
con una sonrisa entre los dientes. Todos hemos aprendido, cada uno a su manera,
a poner al mal tiempo buena cara.
![]() |
Mis compañeros del taller para emprendedores |
Hemos aprendido muchas cosas y ahora sabemos todo lo que hay
que tener en cuenta a la hora de poner en marcha nuestro negocio. Hemos
aprendido a diseñar un plan de empresa en condiciones, a pensar con calma, a
desarrollar nuestra creatividad, a presentar nuestra idea ante unos hipotéticos
inversores, a defender nuestro proyecto frente a la reticencia de los demás.
Pero sobre todo hemos aprendido a escuchar y a enriquecernos con los
comentarios de los demás. Este curso nos ha servido para ampliar nuestros
horizontes y abrir la mente a nuevas posibilidades. Además, se han producido
sinergias interesantes y posibles colaboraciones entre distintos proyectos.
Hemos tenido dos profesores que han sabido transmitirnos sus
conocimientos y que han conseguido que el curso sea bastante ameno, a pesar de
los inevitables días malos cuando el temario se hacía más árido. Javier estuvo
con nosotros los primeros días y nos ayudó a desarrollar nuestras ideas a
través de diversas técnicas para fomentar la creatividad, fue muy divertido y
en ese instante confirmé lo que ya sabía, soy una persona creativa, sobre todo
en la escritura y mi cabeza es una olla a presión en movimiento constante.
Luego vino María y empezamos a trabajar con el plan de empresa punto por punto.
María tiene una voz cálida y ha demostrado que sabe adaptarse a las necesidades
del grupo, se esfuerza en hacer que la clase funcione y sabe comunicar y llegar
a sus oyentes. Los dos profesores fueron muy amables y dieron muchas
facilidades para integrar a todos los alumnos.
En general hubo un buen ambiente y estoy satisfecha de haber
participado en este fluir de circunstancias, porque para mí no ha sido solo un
taller para emprendedores, sino que esta experiencia me ha dado fuerzas y
energía para seguir luchando por mis sueños. No sé si algún día abriré mi
propio negocio y lanzaré al mercado la revista cultural que ya existe en mi
mente esperando el momento para convertirse en una realidad. Pero hoy siento
que estas semanas he ganado muchas cosas: he adquirido nuevos conocimientos, he
conocido a gente maravillosa, me he reído, me he demostrado a mí misma que soy
capaz de aceptar nuevos retos y superarlos con éxito y además he vivido una
temporada con mi hermana y hemos mejorado nuestro vínculo afectivo.
Pero lo más importante de todo es que esta experiencia me ha
subido la autoestima porque me ha hecho recuperar un viejo lema que siempre ha
marcado mi vida: “querer es poder”. Nunca lo olvidéis, la luz y la energía
están dentro de uno mismo y solo hay que creer que podemos alcanzar nuestros
sueños para que aumenten las posibilidades de conseguirlo. Porque la fe mueve
montañas, aunque a veces necesitamos un pequeño empujón y una pequeña dosis de
suerte. Tal vez simplemente se trate de estar en el lugar adecuado en el
momento oportuno. O, como dice José Manuel, el truco esté en ver siempre el
vaso medio lleno. Estoy contenta porque llegué al taller con un montón de dudas
y salgo con la mochila llena de energía, ilusión y alegría.
Maria Sentandreu